Este año quisiera cambiar muchos aspectos. Claro, ya saben aquello de "Año Nuevo, vida nueva". Mi vida cambiará drásticamente por el simple hecho de que se finalice esa porción de tiempo.
"El año" está muy presente en nuestra existencia. Medimos así la cantidad de etapas que hemos vivido. Medimos también la rotación de la Tierra entorno al Sol, a partir del modelo heliocentrista, conocida como movimiento de traslación. Más esquemáticamente, dividimos esta parcela en meses, en días, en horas, en minutos, etc, utilizando un modelo sexagesimal que heredamos de civilizaciones pasadas. Este conjunto de mediciones supone a mi parecer la consecuencia del esfuerzo cultural más fervoroso de la humanidad. La plasmación de un modelo que ostentaba, ambicioso, el control de algo tan abstracto como el tiempo a partir de unos sistemas de referencia inherentes.
Bien, como les comentaba hoy es día 31 de Diciembre y en breves minutos la aguja alargada de mi reloj de latón coincidirá por última vez con la pequeña. Y ese mismo encuentro supondrá el inicio de un próspero y cálido año. Pretendo, una vez acabado, festejar, desinhibir, olvidar un poco todo esto aunque sea un rato.
Hoy pienso evadirme, mañana será otro día. Sí, mañana sí. Mañana empezaré con nuevos retos, desafíos y metas, aspiraciones y logros. ¡La lista! Tengo que apuntarlos, y temo olvidar sus indicaciones, las pautas necesarias y cada uno de los datos que me facilitarán realizarlos. Oh, claro que sí, mañana será un mundo diferente. Mañana no habrá mañana sino hoy. El presente que tanto ansío disfrutar, el momento que pertenece a cada cosa.
Me despierto hoy, día 1 de enero del Nuevo Año algo quejicoso y mareado por los excesos de alcohol. La resaca es formidable, pero realmente mereció la pena. Este año que me aguarda, no espera de mi más que alegrías, y yo de él nuevas promesas. Me deparan grandes noticias de fortuna, así que espero paciente mi dicha. Sin embargo, ahora que reflexiono, ahora que miro detenidamente esta hoja de papel que ayer escribí y leo cosas como "adelgazar, ir al gimnasio, dejar de fumar, conseguir otro empleo, salir de la monotonía asfixiante, llorar de pura felicidad..."; entonces caigo en que me espera una cima muy empinada que escalar y si de algo peco es de constancia. Voluntad no me falta, la actitud es mi mejor coartada. ¿Entonces? Por supuesto, mi voluntad sólo era una ilusión, una ficción. Lo que yo tomaba como voluntad propia era una especie de sentimiento falso y astuto que consiguió adueñarse de mi entendimiento. Estaba condicionado por la llegada del nuevo año y eso me animó a marcar límites que necesitan algo más que la conclusión de este. Entiendo ahora que, la necesidad de un cambio supone verter todas mis sensaciones más autóctonas e inmediatas. Lo que me exponen, lo forzoso, no es lo que prevalece en mí y por tanto en nada me repercute.
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